domingo, 21 de noviembre de 2010

Por la boca muere el pez













Por la boca muere el pez
¿Alguna vez se han preguntado si aquella historia casi increíble que le pasó al amigo de un amigo sería verdad? Yo sí, y es que hay veces que creemos a pies juntillas lo que nos cuentan, simplemente porque le ha pasado al vecino, aunque ni siquiera lo conozcamos, de ahí que nos veamos envueltos en un boca a boca, sin comerlo ni beberlo. Yo creo que todo esto no es más que la necesidad del ser humano por evadirse de la realidad a un mundo de historias cuanto menos extrañas.
Seguro que más de uno conoce la leyenda que afirma que el cuerpo del dibujante Walt Disney fue criogenizado (congelado) o la que asegura que si metemos un trozo de carne en un vaso de Coca-cola se descompone o una que me hace mucha gracia, que decía que el actor que encarnaba al amigo del protagonista en la mítica serie “Aquellos maravillosos años”, terminó convirtiéndose en el “entrañable” cantante Marilyn Manson. Pero la que se lleva la palma con diferencia es la que relataba una escena de zoofilia en una habitación entre una adolescente y su perro, mientras un cantante famoso (sí, Riqui Martín) se escondía en el armario, jeje, esperando salir para sorprender a la chica, todo esto durante el transcurso de un famoso programa de Antena 3 (sí, Sorpresa, Sorpresa), yo todavía recuerdo cuando me lo contaron, hasta me iban a pasar la cinta de vídeo con el programa grabado.
Otro caldo de cultivo en el que las leyendas urbanas proliferan es Internet, a través del correo nos llegan casi a diario cadenas mágicas o supersticiosas en las que te dicen que no borres el mensaje y que lo reenvíes a un número de personas y algo bueno te pasará en las siguientes 24 horas, o sino las cadenas de solidaridad en las que se adjuntan fotos de niños con enfermedades rarísimas que piden tu ayuda, reconozco que éstas dan mucha pena, pero al parecer la mayoría son hoax (bulo en inglés), así que nos hacen dudar de su credibilidad, otras nos hablan de los peligros de tomar ciertos productos alimenticios porque supuestamente contienen elementos nocivos para la salud, sin olvidar las famosas leyendas urbanas cibernautas, algunas de ellas espeluznantes, sobre robo de órganos o contagios de sida, después de una fiesta, sabemos que la noche a veces esconde sus peligros, pero tampoco hay que pasarse.
Lo único que espero, por la parte que me toca, es que mi suerte no dependa de seguir o no una cadena y que mi salud no resulte perjudicada por el consumo de determinados alimentos que según algunos correos resultan dañinos, y que el hecho de perder de vista la copa cuando vamos a una fiesta no suponga la pérdida de un riñón, porque yo ya he roto más de una cadena, ¿y quién no?

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